El genoma de la uva de vino
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Las uvas con las que se hace el vino poseen unas copias adicionales de genes que proporcionan sabor y aroma, así como una codificación adicional de ADN de un ingrediente de efectos saludables, según ha informado un grupo de investigadores. El genoma o mapa genético completo de estas uvas, secuenciadas en colaboración por científicos franceses e italianos, demuestra que la labor realizada por los productores de vino se remonta a la Edad de Piedra. Según los investigadores, sus descubrimientos deberían llevar a métodos para identificar los genes concretos que aportan sus sabores y aromas característicos a las diferentes castas de uvas y posiblemente también a métodos para crear uvas resistentes a las enfermedades sin sacrificar por ello el sabor.
El Consorcio Público para la Caracterización del Genoma de la Vid, impulsado por franceses e italianos, ha secuenciado el genoma de la Vitis vinifera a partir de un clon de pinot noir.
"La secuencia preliminar del genoma de la vid es la cuarta obtenida hasta ahora entre plantas de flor, la segunda de especies leñosas y la primera entre los frutos cultivables", han hecho constar los investigadores en su informe, publicado en la revista 'Nature'. "Se seleccionó la vid en razón de la posición importante que ocupa en el patrimonio de la humanidad, que se inicia durante el período neolítico", añade el equipo de investigación, dirigido por Olivier Jaillon y Patrick Wincker, del Instituto Nacional de Investigación Científica de la Universidad de Evry, en Francia.
Las uvas para vino han ido evolucionando a lo largo de miles de años, modificadas por generaciones y generaciones de vitivinicultores que se han esforzado por conseguir diversas cualidades a partir de su contenido en azúcares, desde el tipo más dulce a la mayor sequedad, aportada por los taninos.
Los investigadores han dado cuenta del desarrollo de familias genéticas como los terpenos y los taninos, lo que implica la existencia de copias adicionales. Estos componentes aportan aromas y sabores a las plantas.
"Todo ello da a entender que podría ser posible averiguar el origen de la diversidad de los sabores del vino descendiendo hasta el nivel del genoma", han escrito.
Los investigadores han afirmado que el cultivo de la vid es "enormemente sensible a una gran diversidad de patógenos, entre los que figuran el mildiu, el oidio y la enfermedad de Pierce".
Han añadido, sin embargo, que "otras especies de Vitis, como la V. riparia o la V. cinerea, de las que se sabe que son resistentes a varios de estos patógenos, se fertilizan recíprocamente con la 'V. vinifera' y pueden emplearse para introducir caracteres de resistencia mediante cruces con tecnologías avanzadas o mediante transferencia genética".
Los investigadores han encontrado asimismo copias adicionales de genes que intervienen en la producción de resveratrol, el ingrediente que se cree que aporta algunos de los beneficios más destacados del vino tinto para la salud.
Fecha de publicación: 29.08.2007
Tomado de: http://elmundovino.elmundo.es
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